Entrevista a cuento del espectáculo.

Una “marania” de personajes.


Detrás de todo gran hombre hay una gran mujer, y detrás de toda gran obra hay una gran actriz. Mariana Smilevitz, o “Marania”, como la conocen sus pares y amigos, demuestra en “Encuentro Femenino de Culturas” una capacidad de representar a cuatro mujeres diferentes simultáneamente desnudando lo mas interno de cada una. Del teatro a la gorra a una gira por Sudamérica, hoy presenta su unipersonal: “Encuentro Femenino de Cultura”. Para terminar aplaudiendo de pie!



¿Cómo y porque surgió la idea que en la obra fuesen protagonistas sólo mujeres?

Lo de las protagonistas mujeres fue algo que “decantó”, más que una idea planeada. Yo venía haciendo distintos personajes (casualmente todos mujeres), en diferentes obras de varieté y hubo quienes empezaron a incentivarme para que juntara esos personajes en un solo espectáculo. Al principio no me lo tomé muy en serio, pero en un momento empecé a pensar en viajar, y en viajar llevando conmigo lo que yo hago y soy, y entonces fue cuando me puse a montar el espectáculo con el material que ya tenía y que había trabajado por separado. Además el tema de la mujer y lo femenino, es algo que me interesa transmitir.



¿Para estos personajes tomaste personas de la realidad como inspiración?

Sí. Quizás no una persona en particular, sino que cada uno de estos personajes reúne características de distintos grupos de personas. Por ejemplo, Zoila y la Waychupica para mí son una representación y un homenaje a todas las mamachas de los distintos países de Sudamérica de habla hispana, de los cuales he recorrido algunos y observado a sus mujeres, cholitas, paisanas, etc. Zoila Soroila también tiene algo de mi abuela. La presentadora, no sé bien… es una mezcla de Tete Custarot con Magdalena Ruiz Guiñazu, Beatriz Sarlo, yo misma. Trisha Putrefucktion nació de la observación de jóvenes y adolescentes extranjeros, europeos o gringos, medio punkis y anarquistas, que llegan a Buenos Aires, pegan onda en alguna casa okupa y se van quedando hasta que se “aporteñizan” en su vocabulario (por ejemplo dicen “che, boludo”), pero sin perder el acento extranjero, y me resultan graciosos y tiernos. Luca Prodan, en quien también está inspirada Trisha, hablaba así. El personaje de Wan Chuan Cuan, la oriental, nació del deseo de hacer algo distinto de lo que me suele salir con más facilidad, y así pensé en un personaje que no hable, que sea muy corporal, casi lindando con la danza, y que fuera más suave, más dulce.



¿Porqué una argentina, una oriental y una inglesa. Son mujeres referentes?

Cuando pensé en qué tenía yo para mostrar y armar un espectáculo, me encontré con que tenía esos 3 personajes. Había creado eso sin proponerme trabajar con referentes culturales. Pero de todos modos, me parece que un poco sí podrían pensarse como una síntesis (muy general y hasta ridícula) de 3 paisajes culturales muy importantes en nuestro imaginario: lo latinoamericano en contacto con la pachamama y lo folcklórico en el primer caso; lo europeo posmoderno en el segundo, y lo oriental-en el mundo occidental, la dificultad de subsistir realmente como cultura en un mundo regido por reglas occidentales en el tercer personaje. Obviamente que sea como sea, todo está visto desde una óptica que en sí misma es occidental, argentina y porteña.



¿Con cuatro personajes, porque la decisión de realizar un unipersonal?

La decisión de armar un unipersonal creo que estuvo más bien ligada a la necesidad de ver quién era y qué podía hacer realmente yo solita. Ya tenía bastante “cocinada” una propuesta estética que había nacido y debía terminar en mí. No podía nombrar o clasificar eso en un solo género, no era exclusivamente clown, o humor, o algo grotesco, o algo físico-visual, no era “stand-up”… Me parece que el ponerme a trabajar sola fue una forma de intentar esclarecerme primero para mí misma, de tener un espacio donde puedo probar todo eso que quizás me costaba junto a otros. Pero también hubo una razón práctica para que esto terminara siendo un unipersonal, y es que como el surgimiento de la obra estuvo ligado al deseo y el proyecto de viajar, y ese era un deseo personal, en el que otros actores o actrices no se embarcaban, el trabajo entonces, tuvo que terminar dependiendo sólo de mí.



¿El guión es propio?

Sí, el guión es propio. Tuve algunos asesores en materia de dramaturgia, desde que fue surgiendo cada personaje, hasta que se armó la obra con su mundo propio y su hilo conductor. Hubo un montón de compañeros/as y colegas que me ayudaron y me mostraron por dónde podía ordenar las cosas, limpiar, aprovechar más ciertos elementos, gente acá en Argentina y también en Perú, Ecuador y Colombia.



¿Cómo en la obra pasas de un personaje a otro?

Lo más difícil es salir de un personaje y entrar en otro. Hay que dosificar muy bien la energía y tenés muy poco tiempo para “recordar” mental y corporalmente el cambio de actitud, energía y características entre un personaje y otro, pero creo que ese también es el desafío de la obra. Después en cuanto al cambio de vestuario, concretamente, tengo todo milimétricamente calculado y me cambio rápido, así de simple. A medida que la obra va avanzando, los personajes se van mezclando y algunas transformaciones son en escena.



¿Es fácil comprender y analizar el concepto de cultura y de las diferentes culturas?

No, para nada, justamente ese es el planteo “más de fondo” de la obra. A lo largo de la misma, se va abriendo camino una reflexión medio descabellada, que está puesta en palabras por la presentadora, pero mostrada a través de lo que hace cada una de estas tres invitadas al “Encuentro Femenino de Culturas”, y esa reflexión va multiplicando preguntas y enrollándose. Porque por un lado está “lo cultural” (que es casi un término académico), y por el otro está lo folcklórico, y hay culturas que nacen como ruptura de otra cultura que las precede, hay culturas que son fagocitadas o arrasadas por otras, hay un valor cultural que es positivo y amoroso, constructivo, pero también hay una represión que viene desde “lo cultural”, hay rigidez y cosas impuestas. En la obra sólo se esboza esa cuestión, y el hecho de que todo ese enrosque quizás también sea inherente a nuestra condición humana, que para mí es más esencial y está antes de cualquier hábito cultural, y es algo que es importante no perder de vista, porque es lo que nos une a todos como seres y lo que nos baja a la tierra, al hecho de que somos más que palabras.



¿Para Mariana Smilevitz que es la cultura?

La cultura es algo que tiene muchas caras. Creo igualmente que hace algunos años, cuando empecé a montar la obra, tenía una visión más destructiva y pesimista, y sólo quería alertar a todos, de no caer en “la cárcel” de la cultura. Pero tal vez hoy estoy más reconciliada y me identifico con voces más luminosas, que también forman parte de la obra y sus personajes (quizás eso es lo que justifica el unipersonal con tantas voces, que vas aprendiendo a escucharlas y a entender que uno/una es muchas voces, que todos tenemos muchas caras). Hace un tiempo conocí una frase que después la volví a escuchar y leer muchas veces, no sé bien de dónde viene, creo que tiene que ver con varios movimientos por la diversidad, con el calendario maya, no sé muy bien, pero afirma: “Cultura es paz”. Y me parece que está buenísima, que la cultura son todas nuestras producciones y proyecciones humanas, y como tal, tenemos que bogar y trabajar para que todo a lo que llamemos cultura, se oriente y busque la paz, interior, personal, entre todos, con el planeta y con todo el universo.



Entrevistadora: Natalia Bazan.